Renault celebrará este año una etapa importante de su aventura en F1. Festejando el aniversario número cuarenta de su primera victoria y de un vehículo con motor turbo en Fórmula 1 con el Renault RS10 de Jean-Pierre Jabouille en el Gran Premio de Francia 1979.

La historia merece ser destacada ya que Renault solo se había incorporado dos años antes con el RS01, un monoplaza dotado de la innovadora motorización que iba a revolucionar el automovilismo.

Renault dio sus primeras vueltas en el Gran Premio de Gran Bretaña en 1977. Llamado la «tetera amarilla», el RS01 piloteado por Jean-Pierre Jabouille causa una fuerte impresión y Renault continuó progresando durante los dos años siguientes.

En 1979, el Gran Premio de Francia se organizó en el circuito de Dijon-Prenois. Jean-Pierre Jabouille y su compañero de equipo René Arnoux corrían en casa tras conseguir unos buenos resultados desde el inicio de la temporada en Argentina. Los esfuerzos realizados para este equipo francés se concretaron en una espectacular mejora de las prestaciones en pista y Jean-Pierre Jabouille logró la segunda posición de poste del año de Renault y René Arnoux lo acompañó en la primera línea.

Con la gran salida, el Ferrari de Gilles Villeneuve dio un salto desde la tercera posición y se hizo con el mando de la carrera. Jean-Pierre Jabouille mantuvo el contacto y aprovechó su oportunidad para volver a la cabeza en la vuelta cuarenta y seis. Después, el canadiense estuvo perseguido por el Renault de René Arnoux. Al acercarse a la bandera de cuadros, los dos hombres tuvieron una batalla que se conoce hoy como el más bonito duelo de la historia de la F1.

Al cabo de una magnífica prestación, Jean-Pierre Jabouille se impuso con cerca de quince segundos de ventaja sobre Gilles Villeneuve, que aventajaba a René Arnoux, por un cuarto de segundo después de que los dos hubiesen peleado por la segunda plaza en seis ocasiones en la última vuelta.

En aquel entonces, el motor turbo reducido era una novedad, y no sólo en Francia, también en el automovilismo en general. Había mucho escepticismo, pero todo el equipo empezó a descubrir poco a poco su potencial.

Su desarrollo no fue sencillo. La Fórmula 1 es una disciplina notoriamente compleja y entrar con esta solución, no hizo sino aumentar el desafío. Al principio tuvimos muchos abandonos, que se caracterizaban por una nube de humo saliendo del vehículo. No obstante, estas roturas se debían generalmente más a un fallo del turbo que del motor en sí. En esos momentos, el turbo soltaba un claro olor a aceite, quemado cada vez que se iba a romper, así que sabía inmediatamente lo que había pasado y solo me daba tiempo a ver una gran nube de humo en los retrovisores.

Ganar este Gran Premio fue un formidable triunfo y un importante avance del que todo el mundo se sorprendió y alegró.

Siempre tengo en mente ese día, aunque en aquella época no pude disfrutarlo plenamente. Sigo pensando en todos los espectadores y en quienes llevaban tanto tiempo esperando esta victoria... ¡Pero nadie más que yo! Me felicitaron tantas personas. Fue increíble, pero me habría gustado disfrutarlo más porque nunca volvimos a sentir nada parecido.

Detrás de mí estaban Gilles Villeneuve y René Arnoux. Creía que su carrera había sido bastante normal, pero la realidad era otra. Habían peleado, como diablos, tocándose a más de 250 km/h, afortunadamente sin consecuencias. Gilles y René terminaron segundo y tercero respectivamente, pero su duelo ocupó el centro del debate a la llegada. Fue una locura. Una batalla como esta, en la que ambos arriesgaron la vida, fue algo tremendo. Todo el mundo hablaba de ello. Desde entonces han pasado cuarenta años y nunca se volvió a ver nada parecido... ¡Y se lo agradezco!